Morreu o prof. Dr. Jürgen Untermann, principal representante mundial da indoeuropeística e paleo-hispanística o dia 8 de fevereiro de 2013
Acaba de dar-se a conhecer a morte há poucos dias, à idade de 84 anos, do professor Jürgen Untermann (24/10/1928 – 2013/02/07) um dos principais expertos na paleo-linguística europeia e especialmente da Península Ibérica.
Discípulo de insignes linguistas como Hans Krahe e Ulrich Schmoll, estudou nas universidades de Frankfurt e de Tübingen, sendo catedrático de Linguística Comparada na Universidade de Colónia. Membro de várias instituições internacionais , era desde o ano 1994 membro da Real Academia de História da Espanha. A sua pesquisa centrou-se no estudo das línguas itálicas e paleo-hispânicas, sendo considerado a maior autoridade a nível mundial nesse campo. Foi o editor do corpus destinado a recolher todas as inscrições nas línguas antigas da Península Ibérica, editadas entre os anos 1975 e 1997. Realizou igualmente um intenso trabalho de sistematização da onomástica peninsular que o levou a publicar uma monografia clássica sobre o tema. Elementos de un Atlas
Untermann foi também um dos principais valedores da interpretação da língua lusitana como uma forma de céltico arcaico, em contra de boa parte dos seus colegas profissionais, naquilo que ele definiu como a sua “herética convição”
O professor Untermann foi desde o seu início um dos principais promotores dos Colóquios de Línguas e Culturas Paleo-Hispânicas, cuja organização presidiria por vários anos. Com a morte do Prof. Untermann o estudo das línguas pré-romanas da península ibérica ficão órfãos de um dos autores de referência nas últimas décadas.
O IGEC dando o pêsame à família, discípulos e amigos, quer lembrar neste momento as sempre belas e afetuosas palavras que com motivo da nomeação o professor Dr. Jurgen Üntermann como doutor honoris causa pela Universidade de Santiago de Compostela USC, o Professor Dr. Juan José Moralejo Álvarez dedicou o dia 9 de maio de 2003 ao caro amigo no “ato de investidura:
“[…] Untermann inició sus contactos con la documentación hispana prelatina allá por 1956 – 1958, como becario de la Deutsche Forschungsgemeinschaft en el proyecto que Caro Baroja y el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid tenían para renovar la edición de las inscripciones prerromanas de la Península Ibérica. Desde entonces sus estancias en la Península han sido largas y frecuentes, con conocimiento directo de toda la documentación y de sus marcos y ambientes, que pueden contribuir a mejor entenderla; de esas estancias hispanas ha ganado Untermann un crecido número de amigos que gozamos de su trato afable y de su ciencia consumada, pero que hoy echamos en falta a su esposa, Bertha, que le fue ayuda larga y eficaz en la recogida de materiales.
Muy pronto se hizo notar Untermann con trabajos como Sprachräume und Sprachbewegungen im vorrömischen Hispanien (Wiesbaden 1961) [con inmediata traducción portuguesa y española, Revista de Guimarães 77, 1962, y Archivo de Prehistoria Levantina 10, 1963] y Elementos de un Atlas antroponímico de la Hispania Antigua (Madrid, 1965), que fueron guía asidua para todos los estudiosos. A estos dos trabajos siguieron otros muchos que definieron el buen hacer posible en corpora documentales que desgraciadamente se reducen en el caso de Gallaecia a listas onomásticas y mejoran en otras áreas peninsulares (Celtiberia, Lusitania, área ‘ibérica’ en Levante y Sureste, área ‘tartesia’ en el Suroeste) con unos pocos textos ‘sintácticos’, oscuros y nunca bilingües; es decir, son corpora documentales reducidos a escombros lingüísticos, Trümmersprachen, por decirlo con un concepto sobre el que nuestro hombre ha tratado con toda autoridad y toda prudencia. Quiero poner de relieve esa prudencia en su advertencia de que los intentos de traducir textos oscuros con el solo o principal apoyo de comparaciones meramente formales, más o menos homofónicas con lo ya conocido, son castillos de naipes, “sind Beiträge zur Autobiographie ihrer Verfasser, aber keine verbindlichen Leistungen für den Fortschritt unserer Erkenntnis” [p. 60 de «Lusitanisch, Keltiberisch, Keltisch», pp. 57-76 de Studia Palaeohispanica. Actas del IV Coloquio de Lenguas y Culturas Paleohispánicas, edd. J. Gorrochategui, J.L. Melena y J. Santos. Vitoria, 1987]. Una aplicación no muy exigente de este sanísimo criterio podría llevar a la papelera folios y folios de brillantísimas y sesudas etimologías en la Onomástica hispana prerromana, nombres propios para cuya interpretación no tenemos el menor apoyo en el léxico común, que desconocemos, y tampoco o apenas lo tenemos en el contexto extralingüístico de los textos y de sus soportes y ambientes. Y perdóneseme que entienda urgente este excurso para todos cuantos en Galicia tenemos aficiones o competencias paleohispanísticas y lo amplíe a recordar con qué serenidad de criterio da Untermann un correctivo a las audacias etimológicas que en Paleohispanística se permitía el laborioso talento de Joan Corominas.
De Untermann todavía esperamos mucho y buen trabajo, pero ya podemos hacer balance y yo quiero hacerlo hoy con perspectiva histórica larga, recordando que nuestro inminente Doctor Honoris Causa es el nombre decisivo en una tradición de universitarios alemanes que desde Wilhelm von Humboldt han tenido protagonismo en los estudios de Paleohispanística. […]
[…] En Gallaecia y otras áreas el comienzo del uso de la escritura va emparejado con el de implantación de la lengua latina y, por tanto, nuestra documentación antigua se reduce a que las inscripciones ya latinas y los textos griegos y latinos nos den la abundante onomástica prerromana que nuestros antepasados conservan en su resistencia frente a la romanización plena o que ésta respeta: nos conformamos, pues, con un rico arsenal de teónimos, etnónimos, antropónimos y, llegando masivamente hasta hoy, hidrónimos y topónimos.
Ciñéndome al trabajo con materiales indoeuropeos, haré memoria de nombres con labor muy notable, por ejemplo, Tovar, Caro Baroja, Mitxelena, Albertos, el francés Lejeune, el alemán Schmoll, etc. Del trabajo filológico y lingüístico hecho en la que fue Gallaecia recordemos a los editores de las inscripciones latinas -Brandão, Cardozo, del Castillo, Filgueira, Vázquez Saco, Lourenzo, mi tío Bouza Brey, etc.-, el buen manejo de los textos grecolatinos por Martíns Sarmento y López Cuevillas, y algunos estudios toponímicos de mi padre, Abelardo Moralejo. Tenemos hoy una excelente nómina de colegas españoles, portugueses y extranjeros que siguen editando y analizando documentación y han hecho de la Paleohispanística en su vertiente filológica y lingüística un campo en el que el rigor y la prudencia son la única conducta que tiene premio en resultados objetivamente válidos, adquisición para siempre, que dijo el clásico, o única vía para acceder a ellos en el proceso de autorrevisión continua que es sustancial a todo conocimiento científico.
Jürgen Untermann tiene acreditada una obra importante en otros terrenos de la Lingüística, por ejemplo, en el terreno de la onomástica itálica e ilírica, o en un reciente Wörterbuch des Oskisch-Umbrischen (Heidelberg, 2000) riguroso y ejemplar desde todos los ángulos, o en su madurísimo escepticismo ante ciertos métodos y alcances de la reconstrucción idiomática y cultural indoeuropea. Pero hoy vamos a honrar sus más de cincuenta viajes a territorios de documentación paleohispánica para recoger y editar textos ibéricos, celtibéricos, lusitanos y tartesios; vamos a honrar su presencia veterana en universidades, academias, congresos, enciclopedias, etc. de toda Europa como autoridad indiscutible en presentar a todos los niveles la documentación, los métodos y los problemas de lo paleohispánico; vamos a honrar su papel de director de un buen puñado de tesis doctorales que aseguran la continuidad de su magisterio; vamos a honrar su centenar largo de trabajos, desde los muchos que ha dedicado a ilustrarnos en métodos y problemas de análisis de la documentación hasta su participación en la edición de novedades documentales como El tercer Bronce de Botorrita (en colaboración con F. Beltrán y J. de Hoz, Zaragoza, 1996).
Quiero poner de relieve que el material galaico y sus problemas de análisis son contenido importante, incluso monográfico, de una veintena de trabajos en los que Untermann ha desembocado en protagonizar, ahora ya no en solitario, la tesis de que todo el material galaico indoeuropeo debe etiquetarse como céltico, frente a una opinión, tradicional y todavía mayoritaria, que reconoce en la Gallaecia una indoeuropeización precéltica sobre la que se superpone un aporte céltico cuya huella emblemática son los topónimos del tipo antiguo Ardobriga, Avobriga … y del actual O Grove, Deixebre …
Para Untermann y su afirmación “Ich fürchte eines Tages werden die Keltisten lernen müssen, mit dem p zu leben” (p. 74 de “Lusitanisch, Keltiberisch, Keltisch”, en Studia Palaeohispanica. Actas del IV Coloquio de Lenguas y Culturas Paleohispánicas, pp. 57-76, edd. J. Gorrochategui, J.L. Melena y J. Santos. Vitoria, 1987), no es escándalo que el material galaico y lusitano mantenga el fonema labial sordo /p/, cuya eliminación se viene considerando como requisito inexcusable de celticidad (cf. ide. *pHtér > latín, pater, pero irlandés athir; ide. *porkos > lat. porcus y lusitano porcom, pero irlandés orc); simplemente, estamos ante un rasgo conservador o arcaizante del área galaico-lusitana, frente a la innovación que es la pérdida de */p/ en otras áreas célticas.
Me parece altamente relevante que con la autoridad y la objetividad con que Untermann se mueve en el terreno lingüístico se pueda afirmar sin recortes el celtismo galaico, que tanto en lo lingüístico como en otros órdenes ha sido de siempre polémico, tantas veces afirmado como negado desde puros antojos extracientíficos, e incluso valorado en algunos ámbitos universitarios actuales como mito o creencia de eficacia ideológica más que como verdadero conocimiento.
Y todo lo anterior y mucho más que Untermann ha hecho se condensa en los cinco tomos y más de tres mil páginas de su magistral edición de los Monumenta Linguarum Hispanicarum que, desde 1975, recoge toda la documentación ibérica, tartesia, celtibérica y lusitana en una presentación realmente ejemplar de los textos y de los problemas y bibliografía de su interpretación, con un verdadero alarde de fotografías, dibujos, mapas, tablas, índices, etc. Estos Monumenta son uno de los mejores logros del siglo XX en la Filología Clásica e Hispánica, en el conocimiento de la tradición lingüística peninsular en sí misma y como soporte de la tradición cultural de las comunidades que precedieron a los romanos o fueron asimiladas por ellos.
Creo, Rector Magnífico, que este repaso sucinto a la obra científica del Doctor Jürgen Untermann en la tradición de la Paleohispanística justifica que nuestra Universidad se sienta muy directamente implicada en dicha obra y honre a su autor incorporándolo a su Claustro de Doctores. He dicho”. Juan José Moralejo Álvarez Santiago de Compostela 9 de mayo de 2003.
Achamos necessário igualmente lembrar também a parte referida à Galiza da resposta de Untermann à merecida laudatio de seu amigo Moralejo:
[…] Al final de mi discurso, permítanme pasar a un tema más simpático: a mis experiencias, por lo demás siempre agradables, en Galicia y con los gallegos. Mi primer contacto con la ciudad de Santiago fue un día con lluvia ininterrumpida de la mañana a la noche en el mes de marzo 1960: sin embargo, ese tiempo poco acogedor no me impidió reconocer que Santiago es una de las más hermosas ciudades de la Península: una opinión de la que nunca tuve que retractarme.
Mi primer contacto personal con Galicia tuvo lugar igualmente en los años sesenta, pero no aquí, sino en Madrid: con gratitud y afecto recuerdo las discusiones y las charlas con mi buen amigo Luis Monteagudo con ocasión de su estancia en la capital, muchas veces durante las comidas comunes (por supuesto siempre en restaurantes económicos). En los años siguientes, varias veces fue nuestro huésped en Alemania, y varias veces nuestro anfitrión cariñoso en su maravilloso piso al lado del Convento de Belvís. En pocas palabras, como persona de gran altura cultural, como investigador infatigable (con ficheros enormes de fichas del tamaño de sellos de correo), durante mis primeros años de mis actividades en España, para mí Luis Monteagudo era el perfecto representante de Galicia, y en un cierto sentido sigue siéndolo hasta hoy.
En el año 1979 un proyecto oficial me puso en relación con Galicia: fue la iniciativa para la nueva edición del segundo volumen del Corpus Inscriptionum Latinarum, y en el marco de ésta se me había asignado al equipo que tenía que redactar la edición de la epigrafía latina de Galicia. Siguieron unas semanas inolvidables de trabajo en el país, siempre junto con mi mujer, guiados y hospedados por Antonio Rodríguez Colmenero y su esposa María Covadonga Carreño. Pero más tarde surgieron problemas y conflictos, en gran parte fuera de mi responsabilidad y de ninguna manera causados por mi buen amigo Colmenero, que me obligaron a retirarme del proyecto.
Sin embargo, a partir de aquel momento ya no me era posible retirarme de mi vinculación con Galicia. En el curso de los años siguientes se profundizó por los contactos intensos con Gerardo Pereira Menaut y Pilar Rodríguez Álvarez y por haber encontrado aquí a un excelente alumno, Juan Carlos Búa Carballo, quien pasó varios años conmigo en la Universidad de Colonia, y quien cumplió de manera brillante una tarea, que desde hace mucho tiempo me parecía tanto urgente como dificilísima de realizar: la reedición y el comentario lingüístico de los teónimos prerromanos del Noreste de la Península. Espero que pronto podamos publicar su tesis como volumen de suplemento de los Monumenta Linguarum Hispanicarum.
Y en fin, mi querido colega Juan José Moralejo, la piedra clave en la bóveda de afecto y benevolencia bajo la cual me siento bien acogido y abrigado. Tendría muchos deseos y motivos para terminar mi discurso con una laudatio del profesor Moralejo. Pero esa no es mi tarea, al menos no en este momento, y por lo tanto he de poner ya término a mis palabras, pero no sin reiterar muy de corazón mi más profundo agradecimiento a la Universidad de Santiago y a su Claustro de Doctores” Jurgen Üntermann.
Santiago de Compostela 9 de mayo de 2003.
Assim, coincidindo por acaso com o recente deciframento por John T. Koch, da língua tartéssica –o mais antigo signário celta da Europa, como já apontara em 1997 Eulogio Losada Badía– assinalando a pertença da fachada atlântica européia ao grupo celta e ainda a possível origem do sistema, a Galiza tem perdido nestes últimos cinco anos uma plêiade de excepcionais lingüistas:
· Enterrámos o professor Dr. Eulogio Losada de la Sierra Badía Gutiérrez de Caviedes, sanscritólogo da Sorbona e impulsor do IGEC com 74 anos na Crunha o dia 6 de maio de 2008.
· Deixou-nos também dois anos depois, seu amigo o celtólogo Robert Omnés, grande defensor do bretão, professor emérito da Universidade da Bretanha Ocidental, amigo da Galiza –Omnés, convidou, em 1997 Eulogio, e o hoje Decano do IGEC, a Brest ao Primeiro Colóquio Internacional dedicado na França aos celtas e à Península Ibérica, e véu a Ferrol esse ano e o ano seguinte ao I e ao II Congresso Internacional ‘Os Celtas da Europa Atlântica’–, paladím do estudo do substrato celta no galego, foi presidente fundador da Associação Galiza-Breiz. Morreu em 23 de junho de 2010.
· Há poucos meses, o día 26 de maio de 2012, morreu com 70 anos o professor Dr. Juan José Moralejo Álvarez, muito estimado lingüista e indo-europeísta, catedrático da Universidade de Santiago de Compostela, sustentador do carácter celta do material linguístico pré-romano da Galiza e bom amigo do IGEC.
· E acaba de nos deixar também, seu amigo o professor Dr. Jurgen Üntermann eminente celtólogo e indo-europeísta, catedrático de linguística comparada da universidade de Colónia, falecendo em Pulheim em 7 de fevereiro de 2013. Unterman, discípulo de grandes lingüistas –Hans Krahe [“alteuropaïsche”] formou-o na toponímia e hidronímia, e Ulrich Shmoll [“Die Sprachen der vorkeltischen Indogermanen Hispaniens und dás Keltiberische. Wiesbaden: Otto Harassowitz Verlag, 1959” ]–, entre os grandes da Europa, reconhecido estudioso do material pré-romano da Península Ibérica, foi contra vento e maré defensor da adscrição celta do material galego e lusitano – “minha herética convição” – dizia. Sem dúvida fecha com ele um grande ciclo dos estudos célticos.
A todos eles e com o nosso reconhecimento mais profundo:
Sit tibi terra levis
Instituto Galego de Estúdos Célticos (IGEC)